Por Perla Sultan de Serebrenik
Familias Empresarias, continuidad y legado.
En la incorporación de las nuevas generaciones a las empresas familiares es vital considerar tanto el coeficiente intelectual de los más jóvenes, que puede ser mayor al de los antiguos, como la inteligencia emocional
Los resultados de la investigación desarrollada por el investigador James R. Flynn en Nueva Zelanda, a finales de los años ochenta, corroboran la hipótesis de un aumento del Coeficiente Intelectual (CI)a medida que avanzan los años. Recopilando datos de 35 países, Flynn mostró al mundo que el CI aumenta en una medida de tres puntos cada diez años, mientras que en los países nórdicos se evidencia un crecimiento mayor de ocho puntos. Los datos se obtuvieron a partir del análisis de los resultados de las conocidas pruebas de inteligencia como Wisc y Raven.
El efecto Flynn se basa en la siguiente generación siempre supera a la anterior, en especial en su CI. Esa es la naturaleza de la evolución. Esto genera un camino de paradigma, sobre todo la continuidad e incorporación de las nuevas generaciones en los negocios familiares. Al mismo tiempo, supone un reto y una responsabilidad para cada generación de prepararse y superar en resultados a las generaciones anteriores.
La definición de inteligencia que se propone aquí se acerca a la establecida por la American Psychological Association: es la habilidad abstracta de los individuos a través de la cual son capaces de comprender complejidades, enfrentar y resolver complicaciones o conflictos apoyados en el razonamiento de que depende de la capacidad de cada persona según su tiempo, experiencia y manejo de los problemas a los que se ha enfrentado, Es decir, es saber que hacer en cada momento.
La inteligencia emocional (IE), por otro lado, incluye habilidades de percepción de los sentimientos propios y de las emociones dominado los sentimientos y reconocer como evolucionan en el tiempo y con el control de las emociones expresando en la habilidad para manejar los sentimientos propios para alcanzar las metas que se han propuesto en función de las necesidades del individuo.
En las familias empresarias el desarrollo de las habilidades comienza en edades tempranas y es una mezcla del desarrollo propio de la inteligencia y de la inteligencia emocional en ambientes familiares controlados con una alta dosis de cultura y tradiciones arraigadas. En estas edades, se comparten actividades con adultos que rodean al joven individuo, se trabaja hábitos y actitudes hacia el negocio, conocimientos valores y relaciones. estas tienen raíces en el principio de la infancia como parte de un proceso que cada familia empresaria desarrolla generando un compromiso de manera adecuada y asertiva.
Los padres deben ser cuidadosos con la información y el lenguaje positivo o negativo que usan en casa. Los comentarios relacionados con la empresa, las experiencias laborales y la relación con los miembros de la familia en la empresa se deben inculcar a las siguientes generaciones con conciencia e inteligencia emocional. Se trata de un proceso de mediano plazo con efectos a largo plazo y hace parte de la etapa de enamoramiento que incluye años escolares, planes familiares e, incluso, campamentos de verano alineados con los sueños de formación de cada individuo.
Las siguientes generaciones en etapas tempranas pueden percibir factores que generan bienestar o conflicto, sin distinguir su escala. Esto puede conllevarlos a tener involucramiento positivo en las empresas familiares o salir huyendo a la primera oportunidad.
La educación como parte de un proceso vivencial es más común en familias empresarias de primeras generaciones, puesto que acompañar a los fundadores los fines de semana o en vacaciones.
Las nuevas generaciones en etapas tempranas pueden percibir factores que generen bienestar o conflicto e incidan en sus futuras decisiones.
Familia a temas de propiedad. En una primera etapa esta persona es reconocida y se invita a una reunión del consejo de familia, donde se abordan temas relacionados con negocios y temas de la familia y/o propiedad. En la mayoría de casos, esta etapa es posterior a la del enamoramiento de los negocios familiares.
Se recomienda involucrar paulatinamente a la siguiente generación en los negocios. Este proceso es crucial para las siguientes generaciones de empresas familiares que desde los 12 años asisten a ellas de manera coordinada. Alos 16 años asisten a la primera reunión del consejo de familia.
En otros casos, cuando las familias tienen estructuras filantrópicas o fundaciones, los jóvenes cooperan con estas es más viable que cuando se es miembro de una familia empresaria numerosa en cuarta o quinta generación, lo que exige un esfuerzo más estructurado por parte de las familias. El contacto limitado con el negocio puede obstaculizar el conocimiento y la oportunidad percibida para el joven miembro de familia.
La comprensión innata de cómo es dirigida la compañía, sus productos o servicios y sus ventajas competitivas no se perciben de la misma manera cuando los miembros jóvenes son expuestos al entorno del negocio familiar de manera vivencial. Es recomendable trabajar profundamente este tema con las familias que buscan la continuidad y consolidación del legado familiar.
Las familias encuentran otros caminos para exponer al joven miembro de causas y aprender a mejorar la sociedad e influenciar de manera positiva la vida de otros. Esto también aporta a su formación empresarial.
El Modelo de Desarrollo de las Habilidades para la Continuidad se ha creado como un mecanismo continuo de aprendizaje que genera reflexión del presente hacia el futuro. Así, la inteligencia Emocional sirve de base en los programas de incorporación de las siguientes generaciones con el fin de que se fomenten el liderazgo y el interés por parte de las familias empresarias en las generaciones tempranas, entendiéndolas como un elemento progresivo que garantiza la continuidad.