Raúl Serebrenik G. y Perla Sultan de Serebrenik
Familias Empresarias, continuidad y legado.
El término “innovación” está, definitivamente, de moda. Claramente aquellos que han creado su propia compañía, en su momento, fueron emprendedores y algunos tuvieron una alta dosis de innovación.
En diferentes países tenemos ejemplos de compañías familiares que han logrado perdurar por más de 200 años o inclusive 500 años. Si nos remontamos a los comienzos de sus historias encontramos una constante en el paso del tiempo: la capacidad de innovación como manera de resolver situaciones con eficiencia económica y generando, en algunos casos, una mayor aceleración en el crecimiento. Sin embargo, y más importante, es que ese crecimiento presenta mayores rangos de rentabilidad y es precisamente de esto de lo que se trata la innovación.
La innovación hay que entenderla como una cultura que se desarrolla desde edades muy tempranas. Es la manera de crear y desarrollar nuevas ideas en busca de resolver situaciones o cubrir necesidades creando nuevos productos o servicios para suplir una necesidad no cubierta o cubierta de manera no adecuada para los usuarios o clientes.
En las últimas décadas la tecnología viene jugando un papel extraordinario en lo referente a emprendimiento e innovación. Hasta hace muy poco tiempo los modelos de negocios eran muy similares y estaban determinados por la manera de hacer negocios de los últimos siglos, donde la riqueza, en muchos casos, estaba determinada por el acceso a la tierra y a otros recursos tangibles. Definitivamente, la tecnología irrumpe generando un sistema diferente. En donde con muy pocos recursos, pero con un alto nivel de conocimiento o habilidades, se pueden generar empresas muy ricas.
Al diferenciar una PYME de una Startup podemos mencionar que una PYME probablemente proyecta un emprendimiento que tiene que ver más con los modelos de negocios que se desarrollaron en el pasado. A su vez, una Startup tiene que ver con la combinación de un emprendimiento con una alta dosis de nuevas tecnologías e innovación y, en muchos casos, generando un cambio que irrumpe de manera agresiva en el sector y que rompe con los diferentes paradigmas.
Estos dos tipos de compañías se mueven a ritmos diferentes. La Startup tiende a buscar mercados más amplios, con un mayor nivel de riesgo y apuntando a un crecimiento más acelerado. En un principio requiere de capitales más bajos, pero con el tiempo puede llegar a requerir grandes cantidades de dinero en periodos de tiempo más cortos. La PYME se acopla más a los modelos tradicionales, manejando un mercado más local y con un nivel de riesgo menor.
La academia, la empresa privada, el sector financiero y los inversionistas deben entender que para crear un ambiente apropiado para incentivar la innovación con un alto componente de tecnología se deben crear las condiciones favorables que ayuden a promover este tipo de compañías. Se debe, no solo crear las condiciones apropiadas, sino también hay que alimentar permanentemente el ecosistema innovador de nuestros países.
En las familias empresarias longevas (Dinastías) es muy común ver proyectado en sus programas de formación para las siguientes generaciones un esfuerzo significativo en generar y transferir una cultura de emprendimiento e innovación. De hecho, son muy pocas las compañías familiares de este tipo que no hayan debido tener o hacer procesos de adaptación o cambios en sus modelos de negocios o, inclusive, de diversificación o transformaciones en los servicios y productos que sus compañías ofrecerán en el paso del tiempo.
Lo que se menciona anteriormente es el diseño específico de los Comités de Futuro en la Empresa Familiar. Aquí se plantean estrategias de análisis para sobrepasar a la competencia. Así mismo, se analiza y reflexiona cada vez más sobre el mercado, y lo que este va a demandar, para identificar oportunidades y entender qué otras capacidades se deben desarrollar para mantenerse competitivo.
El crear y diseñar un ecosistema apropiado requiere de tiempo y energía, así como, hacer un esfuerzo en la parte educativa de los jóvenes y futuras generaciones.
El emprendimiento y la innovación serían más eficientes si estas son parte de una cultura que el individuo adquiera desde una edad temprana, como suele ocurrir en las familias empresarias longevas.
La innovación no es una moda. Es una constante necesaria, especialmente, en momentos en que los retos del entorno lo demandan. Por lo tanto, debemos ser creativos e innovadores para cumplir con el sueño de continuidad, así como las familias empresarias longevas lo han logrado incorporar como parte integral de una cultura y como un factor fundamental de la continuidad de sus empresas y de un legado.